viernes, 3 de octubre de 2014

Fuentes inagotables... de disparates


 
Solemos decir con frecuencia que las lenguas clásicas son una fuente inagotable de términos científicos. Esto no nos sorprende, pues se comprueba a cada paso que los étimos grecolatinos están presentes en la terminología científica de las Ciencias Naturales, la Medicina, la Química y la Física, etc. Sin embargo sí resulta sorprendente cómo entre los aparatos de las modernas tecnologías electrónicas, nacidas ante nuestros propios ojos y que no han tenido contacto alguno con el mundo clásico, también se encuentran ecos clásicos.

Así puede deducirse de lo acontecido hace escasas fechas en cierta clase de ESO donde el profesor trataba de alfabetizar a sus alumnos, es decir, de enseñarles el alfabeto griego. En medio de tan ardua tarea, el pedagogo iba pidiendo que recitaran de memoria, primero a coro, más tarde individualmente, la lista ordenada de letras griegas.

Fue entonces cuando aquella alumna comenzó a desgranar la retahíla: “alfa, beta, gamma, delta, éricsson,…”.

La cosa no mejoró, pues más adelante un alumno del mismo grupo, con más intención que acierto, llegó casi hasta el final de esta manera: “…ómicron, pi, ro, sigma, pau,…”. Sin duda, un aficionado al baloncesto o un adelantado a su curso.

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